Piazza del Popolo
El origen del nombre de la plaza deriva probablemente de la decisión del Papa Pascual II de hacer construir a espaldas de la muralla una capilla que albergase la imagen sacra de la madonna del popolo (Virgen del pueblo). Actualmente la capilla se ha convertido en una de las iglesias más artísticas de Roma, o sea Santa Maria del Popolo, aunque también se discute si el nombre viene por la abundancia de chopos en esta zona (chopo es pioppo en italiano y populus en latín).
La plaza y su puerta son un óptimo ejemplo de “estratificación” arquitectónica, un fenómeno habitual en la ciudad eterna, que se ha producido por las continuas alternancias de los pontífices que comportaban modificaciones y reestructuraciones de las obras en edificios y viarios.
A la plaza se asoman tres iglesias:
La más antigua es la basílica de Santa Maria del Popolo, las otras dos son la denominadas iglesias gemelas, Santa María in Montesanto y Santa María dei Miracoli.
En 1562-1565 Nanni di Baccio Bigio, por encargo del Papa Pío IV, arregla la fachada externa de la Porta del Popolo. Sucesivamente, en 1655, el Papa Alejandro VII encarga a Gian Lorenzo Bernini los trabajos para reparar la fachada interna y la cornisa superior.
En 1573, el Papa Gregorio XIII coloca en el centro de la plaza la fontana del Trullo obra de Giacomo della Porta (actualmente trasladada a Piazza Nicosia), pero en 1589 el Papa Sixto erige el gran Obelisco Flaminio en el centro de la plaza, de 24 metros de alto, construido en la época de los faraones Ramsés II y Merenptah (1232-1220 a.C.), traído a Roma por Augusto y anteriormente situado en el Circo Massimo.
La forma de la plaza asume su configuración actual solo a finales del siglo XIX. Anteriormente era una plaza con forma trapezoidal que se alargaba hacia el Tridente.
Fue Valadier quién realizó el proyecto de la definitiva transformación. Gracias a su intervención, la plaza asumió la actual forma elíptica, en la parte central, completada por una doble exedra, decorada con numerosas fontanas y estatuas, que se extiende hacia la terraza del Pincio y hacia el río Tíber.
En 1818 Valadier eliminó la vieja fontana de Giacomo Della Porta que, bajo el pontificado del Papa León XII fue substituida por una nueva arquitectura.
En 1823 Valadier reemplazó la vieja fontana con una estructura completamente nueva posicionando en los cuatro bordes del obelisco muchos leones de mármol de estilo egipcio, de cuyas fauces surge un chorro de agua que se precipita en una bañera, situada sobre una breve escalinata sobre la cual se dispone el monumento entero. A continuación realizó otras dos fontanas posicionándolas en el centro de las paredes curvas que delimitan la elipsis de la plaza. La estructura de las dos fuentes es igual: una amplia bañera a nivel de calle como base de un muro tan largo como el diámetro de la bañera misma, en la cual el agua desborda de un cuenco semicircular en forma de concha apoyado al mismo muro, que a su vez se llena con el agua que, saliendo del muro, llena otro pequeño cuenco. En la parte superior de la pared de cada fontana, para cada extremidad, hay una pareja de delfines con las colas enroscadas, mientras en el centro un grupo de estatuas constituye la única diferencia entre las dos obras. En la fontana occidental, la del lado del Tíber, sobre un grupo de rocas hay una estatua de Neptuno flanqueada por dos tritones con otros tantos delfines. En la oriental, en el lado del Pincio, el grupo de rocas sujeta la estatua de la diosa Roma, flanqueada por las estatuas sentadas del Tíber y del Aniene, entre los cuales, a los pies de la diosa Roma, la loba capitolina que amamanta los gemelos.
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