10. Giardino degli arianci
Cae la tarde en Roma. Dejamos atrás la enorme explanada desnuda del Circo Massimo y tomamos el serpenteante camino que asciende hacia el monte Aventino, una de las siete colinas de la Ciudad Eterna. Nos dirigimos al Parque Savello, conocido también como el Jardín de los naranjos, un parque privilegiado con una de las mejores vistas de Roma, y un rincón ideal para ver atardecer rodeado de calma, lejos de las multitudes y el caos que abarrotan el centro.
En el Giardino degli Aranci, los pinos y naranjos proyectan un sendero de sombras invadido por el aroma de cítricos. Entre las murallas que rodean el parque, el ambiente es sosegado y agradable: algunos romanos descansan en el césped, otros conversan en los bancos. Y, al fondo, a medida que el atardecer se cierne sobre Roma, muchos toman posiciones. Porque, desde el mirador del Jardín de los naranjos, que se asoma al río Tíber, la Ciudad Eterna despliega toda su magia en forma de cúpulas y campanarios.
Al frente, al otro lado del río, está el encantador barrio del Trastévere, coronado por otra colina, la del Gianicolo. Junto a ella, majestuosa, verás la eterna cúpula de Roma, la de la Basílica de San Pedro. Aunque ésta no es la imagen más sorprendente que obtendrás del Vaticano desde la colina del Aventino. Más allá, siguiendo el curso del Tíber, en el horizonte aparecen siluetas conocidas de la Roma más clásica, como el blanquísimo, y titánico, Monumento a Víctor Manuel II.
Y en todas partes se distinguen, también, las paredes amarillentas y anaranjadas de la ciudad, los campanarios que se yerguen desde cualquier rincón, los postigos de colores vivos adornando las ventanas viejas. Entre el aroma de las naranjas y la paz del parque, cuesta creer que pueda haber mejor atardecer en Roma que el que contemplarás desde el Jardín de los naranjos.