6. Santa Maria della Conzecione
Santa Maria della Concezione dei Cappuccini, o Nuestra Señora de la Concepción de los capuchinos, es una iglesia situada en Via Veneto, Roma, encargada por el Papa Urbano VIII, cuyo hermano, Antonio Barberini, era un fraile capuchino.
El interior de la iglesia destaca por sus modestas dimensiones y una gran sobriedad que la hace completamente diferente del resto de las ostentosas iglesias de la ciudad, pero no es por esto por lo que la iglesia resulta un lugar tan especial.
El mayor atractivo de Santa María de la Concepción se guarda receloso entre las paredes de la Cripta de los Hermanos Capuchinos, un lugar capaz de poner los pelos de punta a gran parte de sus visitantes.
La Cripta de los Capuchinos
Tras la finalización de la construcción de la iglesia, en 1631, Fray Antonio Marcello Barberini ordenó el traslado de los restos mortales de los hermanos Capuchinos desde el cementerio principal hasta la cripta de la iglesia.
El cardenal encargó que los huesos trasladados fueran ordenados de forma “artística”, formando diferentes motivos decorativos cargados de gran simbolismo que resultan escalofriantes.
La cripta se encuentra dividida en seis pequeñas capillas decoradas con los huesos de más de 4.000 hermanos capuchinos fallecidos entre 1528 y 1870. Los huesos, ordenados de un modo siniestro, muestran diferentes elementos decorativos que resultan tan sorprendentes como macabros.
Además de los huesos ordenados de diferentes formas, en la cripta también se pueden ver algunos esqueletos completos ataviados con el hábito de los monjes capuchinos que llegan a producir verdaderos escalofríos.
Lejos de lo que pudiera parecer, las criptas no son la obra de una mente retorcida, sino de alguien que pretende mostrar la finalidad del cuerpo como un simple recipiente para el alma.
La Iglesia de Santa María de la Concepción de los Capuchinos pasa a un segundo plano para los turistas que se agolpan curiosos para contemplar el macabro panorama de la cripta. La mayoría de los visitantes quedan impresionados por la curiosa decoración que los monjes le dieron a la cripta, que puede ser un lugar poco apropiado para las personas demasiado sensibles.