1. Colonna dell'Immacolata
Desde un balcón de la Embajada de España ante el Vaticano,que se abre precisamente a la Piazza di Spagna de Roma, inauguró el papa Pío IX un monumento a la Inmaculada Concepción, el día 8 de septiembre de 1857. Aún no hacía tres años desde que el mismo pontífice, por la Bula Innefabilis Deus (8 de diciembre de 1854), había proclamado el dogma de fe católico de la Inmaculada Concepción. En él se establece que María, Madre de Jesús, no fue alcanzada por el pecado original y que, desde el primer momento de su concepción, estuvo libre de todo pecado. Ese sería el sentido del ”llena eres de gracia” del saludo del Arcangel Gabriel a María en la Anunciación.
Que el monumento se erigiera en el entorno de la Piazza di Spagna tenía su sentido, pues fue en España donde más se insistió en defender la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Tanto los reyes -del visigodo Wamba a Carlos III de Borbón , pasando por Fernando III el Santo y los Austrias- como los estamentos eclesiales y el pueblo llano promocionaron la devoción a la Madre de Dios con estos atributos. Importantes artistas (Murillo, Zurbarán, Claudio Coello, entre otros) la eligieron como tema principal de sus cuadros. Se fundaron múltiples cofradías bajo su advocación y todavía hoy, en numerosas poblaciones españolas, se celebran procesiones y fiestas en su honor. Asimismo es patrona de la Infantería española desde las Guerras de Flandes. Desde 1664, su fiesta se celebraba en todos los territorios del Imperio español y en 1708 el papa Clemente XI la instituyó para todo el orbe católico.
El monumento romano, diseñado por el arquitecto Luigi Poletti, consta de un basamento de mármol, adornado por las estatuas en bronce de Moisés, David, Isaías y Ezequien sobre el que se alza una antigua columna romana, también de marmol y procedente del Campo de Marte de Roma, que sirve a su vez de base a una estatua de bronce de la Inmaculada, esculpida por Giusepe Obici y fundida por Luigi Derozzi.
Desde su inauguración en 1857 la columna ha sido objeto de la devoción popular y, como cosa curiosa, cabe señalar que los bomberos romanos, cada 8 de diciembre, día de la Inmaculada, utilizan una de sus largas escaleras para subir hasta la Virgen y depositan a sus pies un cesto de rosas blancas. Muchos otros devotos hacen lo propio junto a la base y merece destacarse que, en uno de sus primeros actos públicos fuera del Vaticano después de que fuera elegido el papa Juan XXIII también llevó allí rosas blancas, en 1958.