Aventino

romatestaccio

9. Sant'Anselmo

san anselmo Es una iglesia católica, monasterio y universidad que se encuentra en la Piazza dei Cavalieri di Malta en la colina del aventino. Se llama así en honor a San Anselmo de Canterbury.

La iglesia, a pesar de las apariencias es de nueva construcción, de hecho data de finales del siglo XIX. Fue construida por Francesco Vespignani entre 1892 y 1896, según el proyecto del Abad benedictino belga Ildebrando de Hemptinne en terrenos que los caballeros de Malta donaron a los benedictinos.

La iglesia es de estilo neorrománico, construida sobre unas
ruinas del siglo I a.C, cuyos restos pueden verse y ser visitados. 

La iglesia tiene un planta de basílica con tres naves divididas por columnas de granito. El techo es un enrejado y el ábside está decorado con mosaicos. En la cripta se puede visitar a través de una puerta el altar del Santísimo Sacramento. Detrás de él hay una estatua de San Benito con sus brazos levantados en posición de oración, postura en la que murió según cuenta la tradición.

La iglesia es conocida sobre todo por los romanos, por los cantos gregorianos ofrecidos por los monjes durante las celebraciones litúrgicas los domingos.

10. Giardino degli arianci

Malta 2 Cae la tarde en Roma. Dejamos atrás la enorme explanada desnuda del Circo Massimo y tomamos el serpenteante camino que asciende hacia el monte Aventino, una de las siete colinas de la Ciudad Eterna. Nos dirigimos al Parque Savello, conocido también como el Jardín de los naranjos, un parque privilegiado con una de las mejores vistas de Roma, y un rincón ideal para ver atardecer rodeado de calma, lejos de las multitudes y el caos que abarrotan el centro.

En el Giardino degli Aranci, los pinos y naranjos proyectan un sendero de sombras invadido por el aroma de cítricos. Entre las murallas que rodean el parque, el ambiente es sosegado y agradable: algunos romanos descansan en el césped, otros conversan en los bancos. Y, al fondo, a medida que el atardecer se cierne sobre Roma, muchos toman posiciones. Porque, desde el mirador del Jardín de los naranjos, que se asoma al río Tíber, la Ciudad Eterna despliega toda su magia en forma de cúpulas y campanarios.