16. Palazzo Ricci
El palacio tiene vistas a la plaza a la que da nombre, formando un ángulo que se caracteriza por la decoración de frescos en su fachada, que se remonta a 1525, obra de Polidoro da Caravaggio y Matins de Feltre, y que hoy en día se encuientran casi desaparecidos. El palacio, nacido como propiedad de Calcagni, los nobles de la Toscana en Roma a finales del siglo XV, fue construido por Nanni di Baccio Bigio y luego pasó a propiedad Del Bene, a quien se debe la hermosa decoración que hace que el edificio sea tan original.
Durante el Renacimiento en Roma, era común que los artistas decorasen las fachadas de las casas: los frescos de un artista como Polidoro confirma la importancia de dicho edificio. Esta ténica requiere gran inventiva, dominio de la perspectiva y, sobre todo, una gran destreza, ya que la pintura tenía que estar terminada antes de que el yeso húmedo se secara.
En 1533 el Del Bene vendió el palacio a Monseñor Fabio Arcella, arzobispo de Capua y Bisignano, que lo hizo agrandar. En 1542 pasó a ser propiedad de Luigi Gaddi, y de éstos a Costanza Farnese, que vino a vivir allí y lo expandió aún más. A su muerte en 1545, la propiedad pasó a su hijo, el cardenal Guido Ascanio Sforza, hasta que fue comprada en 1577 por Giulio Ricci. Notable fue el compromiso de la familia en la renovación del edificio, sobre todo el gran cuidado que se le dio a la restauración de la decoración exterior: Luigi Fontana añadió la decoración de la segunda y tercera planta, sobre la base de los grabados del siglo XVII.
Otros restauraciones del edificio fue llevadas a cabo en el siglo XX por monseñor Giuseppe Ricci Paracciani Bergamini, quien renovó especialmente la parte más antigua de la planta baja.