24. Santi Claudio e Andrea dei Borgognoni
Es una de las numerosas iglesias que en Roma testimonian la presencia francesa, en particular, la presencia de la “nación” borgoñona, como de hecho se puede leer en su dedicatoria.
La iglesia puede resultar invisible, o casi, por exceso de visibilidad, encontrándose en la plaza homónima, que en realidad no es una plaza, habiéndose convertido simplemente en una suerte de espacio de retiro entre la calle del Tritón y la plaza de San Silvestre, un lugar donde cada día pasan millares de personas atareadas que quizás ni se acuerdan de su existencia.
La iglesia fue construida en el lugar de un oratorio y de un hospicio de la nación borgoñona, cuyos representantes, por otra parte, debían estar concentrados en una parte amplia de esta zona, como deja intuir la presencia de la no lejana calle Borgoñona. La arquitectura del nuevo edificio fue obra de Antoine Derizet, que trabajó aquí en 1728-29.
El interior es un espacio de planta de cruz griega con cúpula, un espacio agradable del setecientos con bellas decoraciones en estuco, entre las cuales, destacan ángeles adoradores de inspiración berniniana. La iglesia está siempre abierta por la adoración perpetua del Santísimo Sacramento.