5. Il Gesú
El Gesù es el primer templo jesuita del mundo. Su nombre completo es "Iglesia del Santísimo nombre de Jesús", aunque todo el mundo la conoce como il Gesù (pronunciado "yesú").
El propio San Ignacio de Loyola se encargó personalmente de las gestiones para su construcción, y se emocionó cuando el gran Miguel Ángel aceptó diseñarla. Pero todo quedó en nada, y el templo no llegó a realizarse hasta unos años después de la muerte del fundador.
El Gesù plasmaba con tal fidelidad las recientes indicaciones del Concilio de Trento que se convirtió en la iglesia de la Contrareforma por excelencia y su modelo se expandió por todo el mundo con la misma rapidez que lo hacían los propios jesuitas.
Tanto su fachada (una verdadera revolución en su época) como la planta de nave única con pequeñas capillas laterales, marcaron la pauta que luego siguieron miles de iglesias.
Austera en un principio, siguiendo la filosofía de la Contrarreforma, la iglesia comenzó pronto a ser invadida por una fastuosa decoración barroca, con impresionantes frescos ilusionistas, que hoy deslumbran al visitante nada más entrar en la iglesia.
La bóveda del Gesù muestra el triunfo del "nombre de Jesús", de donde proviene la luz de toda la composición. Lo rodean dos círculos: el primero de ángeles y el segundo, el grupo de los justos. Fuera de ellos, se ve a los réprobos, pintados entre sombras, desnudos y desbordando el marco.
Además del interés que tiene visitar un edificio que ha marcado un hito en la historia de la Arquitectura, la iglesia posee algunas obras notables:
- La impresionante decoración de la bóveda es lo más característico del Gesù. Los frescos, obra del Baciccia, crean una inaudita ilusión de profundidad.
- Capilla de San Ignacio, realizada por el jesuita Andrea Pozzo. Contiene el cuerpo de San Ignacio
- Capilla de la Madonna della Strada, una imagen muy venerada por la Compañía, por su relación con San Ignacio y los primeros jesuitas.
- Capilla de San Francisco Javier. Contiene la reliquia del brazo derecho del santo.
- Busto de San Roberto Belarmino (Bernini).
- Acceso a las estancias de San Ignacio
Se pueden visitar también las estancias de San Ignacio, donde el fundador transcurrió los últimos 12 años de su vida, redactando las constituciones de la Compañía y sosteniendo una intensa correspondencia con todo el mundo, y donde murió en 1556.
Los jesuitas decidieron conservar estas estancias como reliquia cuando construyeron la nueva residencia, a finales del XVI, ideando un complejo sistema para sostenerlas en el aire (estaban en el último piso) e insertarlas después en la nueva estructura. Se accede a ellas por un corredor* con impresionante decoración de frescos en trampantojo del jesuita Andrea Pozzo y de Borgognone.
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