Gianicolo
5. Sant'Onofrio
El beato Nicola da Forca Palena, cuya entrada se encuentra a la entrada, fundó esta iglesia en 1419, en honor del ermitaño San Onofrio. Mantiene el aire del siglo XV y está precedido por un pórtico de líneas y simples y armoniosas. En el luneto de la puerta de entrada hay un fresco que representa a la Virgen con el Niño, obra de Claudio Ridolfi.
El interior de una sola nave, posee capillas laterales que conservan pinturas de gran interés, como la Anunciación de Antoniano Romazzo en la bóveda de la primera capilla. En el altar de la segunda capilla, la Vrigen de Loreto, de Agostino Caracci; en la tercera capilla de la izquierda, el retrato del Cardenal Sega, obra de Domenichino. En el abside se pueden admirar numeros frescos atribuidos a Baldassarre Peruzzi.
El monasterio vecino alberga un museo dedicado a Torcuato Tasso, poeta del siglo XVI que murió en una de sus celdas.
7. Monumento a Garibaldi
Aunque no forme parte de las famosas 7 colinas de Roma, la colina de Gianicolo es una de las más queridas por los romanos y los turistas. Se aprecia esta “octava colina de Roma” por su paraje natural y encantador cargado de la historia milenaria de Roma y, sobre todo, por la vista inexpugnable que ofrece de la capital. Además, es un parque romántico, ideal para los románticos.
A inicios del Risorgimento (que concluiría con la Unificación italiana) el Gianicolo fue teatro de uno de los momentos más épicos de tal período de la Italia moderna: En 1849 se declaró la República Romana uno de cuyos líderes fue Giuseppe Garibaldi.
La mencionada república tuvo breve duración ya que fue aplastada por las tropas francesas, siendo precisamente el Gianicolo el último baluarte de los resistentes italianos (también entre los republicanos se encontraba defendiendo la posición la célebre esposa de Garibaldi: Ana Maria de Jesus Ribeiro).
6. Faro del Gianicolo
Desde lo alto del monte y paseo del Janículo, en el barrio de Trastevere, el Faro de los Italianos de Argentina observa rigurosamente el recargado horizonte romano. Inolvidables atardeceres y refrescantes paradas en tiempos estivales están garantizados alrededor del simbólico faro encomendado en 1911 por la comunidad italiana emigrada en Argentina.
"A Roma Capitale. Gli Italiani di Argentina. MCMXI", reza la inscripción grabada en la cima de la columna de piedra blanca del faro que alcanza los veinte metros de altura. El monumento de estilo clásico grecorromano refleja la historia misma del país: homenajea la unificación italiana tras el cincuentenario del entonces Reino de Italia, y a su capital definitiva, luego que Torino y Florencia fueran consecutivamente las cabeceras seguido por el breve conflicto con el Vaticano en relación a la jurisdicción de Roma. La ubicación del faro en el Janículo no es menor, pues en dicho monte se combatió a mediados del siglo XIX para la defensa de la República Romana contra el ejército francés. Los datos históricos podrían continuar, al mencionar que el arquitecto del faro, Manfredo Manfredi, fue uno de los responsables de ese otro ícono colosal romano: el Altar de la Patria (el Vittoriano).
8. Fontana dell'Acqua Paola
La Fontana dell’Acqua Paola, muchas veces conocida como fuente de Gianicolo. Su patrocinador fue el Papa Paolo V, de ahí su nombre, quien encargó el trabajo para suministrar agua a las zonas del Trastevere, el Vaticano y Vía Giulia. Sus responsables fueron los arquitectos Giovanni Fontana y Flaminio Ponzio, quienes, entre 1605 y 1621, dispusieran el diseño compuesto por un gran frontón dividido en cinco nichos, tres centrales
grandes, y dos laterales pequeños.
Entre los mayores, se dispusieron antiguas columnas romanas extraídas del Foro; y no solo para esto se valieron de las antiquísimas ruinas, sino que toda la fuente esta construida con piedras de mármol y granito del Foro de Nerva. El agua proviene del lago Bracciano, y se derrama primariamente sobre las cuencas de mármol a trabes de los cinco arcos, para luego derramase sobre la gran palangana central.